Ficha técnica
Director: Julio Manrique
Fechas: 28, 29, 30 de Noviembre, 1 y 2 de Diciembre
Horario: 9h a 15h
Precio: 375€
Plazas: agotadas
Más información: info@artstudiobarcelona.com
Sobre el director
Julio Manrique Vicuña (Barcelona, 10 de julio de 1973) es un actor y director catalán, además de productor teatral. Ha sido actor residente del Teatre Lliure y director artístico del Teatro Romea. Se estrena profesionalmente en 1994 como actor en el Teatre Lliure con la obra del Enemigo de clase (de Nigel Williams), y desde entones no ha parado. Ha trabajado con los mejores directores teatrales como Àlex Rigola, Xavier Albertí, Sergi Belbel, Oriol Broggi entre otros, así como en varia series de televisión y películas de cine.
Cabe destacar su trabajo a las órdenes de Peter Brook, experiencia que resultará determinante en su concepción de la práctica teatral. Por su trabajo como Hamlet, bajo la dirección de Oriol Broggi, recibe un premio de la Crítica de Barcelona.
En 2006 da el salto a la dirección escénica con la obra Els boscos, de David Mamet en la sala Beckett. Le siguieron La forma de les coses de Neil La bute, Product, de Mark Ravenhill o L’hort de les cireres de Anton Chekhov, entre muchas otras. Las más recientes han sido La Partida de Patrick Marber, El curiós incident del gos a mitjanit , adaptación de Simon Stephens y Una altra pel·lícula. Forma su propia compañía teatral, la cual le aporta muchos éxitos de crítica, público y premios. Ha ganado el Premi Butaca a la mejor dirección en 3 ocasiones. En 2015 forma la productora la brutal con David Selvas y Cristina Genebat.
Pájaros heridos: el actor y su secreto
En “El pato salvaje” del autor noruego Henrik Ibsen, el pájaro que da nombre a la obra, vive fuera de su entorno natural, con la pata herida, en la buhardilla de una humilde casa en una pequeña ciudad de provincias de un frío país nórdico. La familia Ekdal ha construido su propio bosque en la buhardilla de su casa y el pato salvaje es su tesoro más preciado. En la obra “La Gaviota” de Antón Chéjov, muere, en un momento dado, literalmente, una gaviota, y más tarde se nos rompe el corazón cuando Nina, una chica joven y llena de ilusión, vuelve hacia el final de la historia, decepcionada, crispada, repitiendo literalmente aquello de “soy una gaviota, soy una gaviota…” y entendemos que algo, algo difícil de nombrar, se ha roto, se ha muerto dentro de ella y ya no volverá. Únicamente después de elegir estas dos maravillosas obras como material de trabajo para el curso, obras escritas por dos grandes autores, me doy cuenta de la obvia coincidencia en los títulos. En las dos aparecen pájaros y de alguna manera, en los dos casos, se trata de pájaros frágiles, de pájaros que quieren volar y ya no lo consiguen, de pájaros heridos. Entonces me pregunto: ¿que me pasa a mí con los pájaros?… espero que nada grave. En cualquier caso, yo me planteaba impartir un curso sobre el secreto, el secreto no revelado del actor, aquello tan difícil de definir, aquello invisible y misterioso que, en los buenos trabajos de los buenos actores, uno siempre acaba detectando. Eso que mantiene el edificio, que está en los cimientos de todo lo que vemos y disfrutamos. De hecho, quería titular el curso con algo así como… “La punta del iceberg”, evidentemente no quería hacer un curso de ornitologia. Pero nadie me obligaba a elegir el material que he elegido. Ibsen y Chéjov son, en mi opinión, dos maestros del secreto. Algunos los señalan como dos de las figuras que inauguran el teatro “moderno”. ¿En que sentido?, supongo que en el sentido en el que lo que dicen los personajes es solo una pista de lo que son, una pista a veces engañosa, y yo, puestos a hacer confesiones, decido que los pájaros, los pájaros heridos y agónicos de las obras que he elegido, tal vez tengan relación con el secreto del amor. El pájaro, este animal que quiere volar aunque le cueste y que siempre lo intenta, a pesar de todo.